Por qué se celebra el Día Mundial de la Salud Mental
Cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha impulsada en 1992 por la Federación Mundial para la Salud Mental (WFMH) con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Su propósito es claro:
- Concienciar: Informar a la sociedad sobre la importancia de la salud mental, los trastornos mentales y las formas de prevenirlos.
- Reducir el estigma: Luchar contra los prejuicios y la discriminación que sufren las personas con problemas de salud mental.
- Movilizar esfuerzos: Impulsar acciones concretas a nivel individual, familiar, gubernamental y laboral para mejorar la atención y el apoyo a la salud mental.
- Promover el bienestar: Fomentar una cultura de autocuidado, prevenir el desarrollo de enfermedades mentales y mejorar la resiliencia ante la adversidad.
Durante más de tres décadas, este día ha pasado de ser una jornada de sensibilización a convertirse en un movimiento internacional por el bienestar mental, tanto en la vida personal como en el ámbito profesional.
En España contamos con la Confederación “Salud Mental España”, creada en 1983 para impulsar todas las medidas que contribuyan a la mejora de la calidad de vida de las personas con trastorno mental y la de sus familias, defender sus derechos y representar al movimiento asociativo creado en torno a la salud mental.
Su lema este año es
Compartimos vulnerabilidad, defendamos nuestra salud mental.
La salud mental en el centro del debate público
En los últimos días, distintos medios nacionales han reflejado una tendencia preocupante: el deterioro del bienestar psicológico en el entorno laboral y el incremento de las bajas por causas emocionales.
Algunos titulares recientes:
“Los riesgos para la salud mental de medir la productividad humana según la tecnológica“ – Observatorio de RRHH (6 de octubre 2025).
“El reto de la salud mental en el trabajo” – El periódico Mediterráneo (6 de octubre 2025).
“Entrevista a Xandra Fernández, Directora de Personas y Cultura en Wonest: La salud mental, una ventaja competitiva de las empresas” – RRHH Digital (7 de octubre 2025).
“Las bajas por salud mental aumentan un 17% en España y superan las 468.000 en 2024 “– Diario Información (8 de octubre 2025).
“ El trabajo que resiste a la salud mental “ – Faro de Vigo (8 de octubre 2025).
“Las bajas laborales por salud mental alcanzan valores «insostenibles» en Navarra y afectan más a los jóvenes “– Diario de Navarra (8 de octubre 2025).
“Salud mental en el trabajo: las bajas por causas psicológicas crecen un 490% entre 2018 y 2024” – Diario ConSalud (8 de octubre 2025).
El mensaje común es inequívoco: la salud mental es un reto estructural para las organizaciones. No se trata solo de una cuestión clínica, sino de un aspecto clave para la sostenibilidad, la productividad y el bienestar colectivo.
¿Por qué cuidar la salud mental importa?
La salud mental influye en todas las dimensiones de la vida. A nivel individual, afecta la concentración, el sueño y por tanto el descanso, la gestión emocional y las relaciones personales.
En el ámbito profesional, repercute directamente en la motivación, la creatividad, la capacidad de decisión y el compromiso.
La OMS estima que la depresión y la ansiedad generan una pérdida de más de 12.000 millones de jornadas laborales cada año, con un coste global superior a un billón de dólares. Según datos de Gallup (2024), los empleados con mala salud mental presentan hasta cinco veces más ausencias no planificadas que quienes se sienten emocionalmente equilibrados.
Más allá de las cifras, cuidar el bienestar emocional es una cuestión ética y de sostenibilidad humana.
Factores de riesgo en el entorno laboral
La salud mental en el trabajo no se deteriora de forma repentina: suele ser el resultado de factores organizativos, culturales y personales que, cuando se acumulan, generan un impacto profundo en el bienestar psicológico.
En los últimos años, los cambios acelerados en la forma de trabajar —teletrabajo, hiperconectividad, incertidumbre económica o presión por resultados— han incrementado la exposición a riesgos psicosociales. Estos factores no siempre son visibles, pero influyen directamente en la motivación, la salud física y la estabilidad emocional de las personas.
Entre los principales elementos que pueden afectar a la salud mental en el entorno laboral destacan:
- Sobrecarga de trabajo y presión por resultados.
- Falta de autonomía en las tareas.
- Ambigüedad en roles o expectativas.
- Inseguridad laboral o cambios constantes.
- Falta de reconocimiento o retroalimentación constructiva.
- Desconexión digital permanente («estar siempre disponible»).
- Cultura de silencio frente al malestar.
Además, una investigación reciente advierte del fenómeno del “technostress” — es decir, el estrés derivado del uso excesivo de la tecnología, las notificaciones constantes y la exigencia de responder fuera del horario laboral. Este tipo de estrés afecta especialmente a trabajadores del conocimiento, y se asocia a fatiga mental, pérdida de concentración y sensación de falta de control sobre el tiempo personal.
Liderazgo y gestión de equipos, un rol transformador
El trabajo también puede jugar un papel protector para la salud mental si se diseña con sentido humano: proporciona estructura, propósito, pertenencia social e identidad. La clave está en crear ambientes laborales psicológicamente seguros, donde las personas puedan expresarse, equivocarse, pedir ayuda y aprender.
El liderazgo como «arquitecto del bienestar»
Un artículo reciente de Harvard Business Review (2025) , propone que los líderes actúen como “behavioral architects”, es decir, arquitectos del entorno conductual y emocional de sus equipos, no solo como gestores de tareas o resultados.
El texto subraya que los líderes influyen más en el bienestar mental de los empleados que el propio departamento de RR. HH. o los programas corporativos de salud. Su actitud, su forma de comunicarse y su disponibilidad emocional marcan la diferencia.
Falta de preparación de los mandos intermedios
A menudo, los mandos intermedios carecen de herramientas para abordar las situaciones relacionadas con el bienestar emocional de sus equipos. Aunque la mayoría de las empresas reconoce la importancia de cuidar la salud mental, muchos responsables de personas no se sienten preparados para gestionarla de forma efectiva.
Según el informe “Building a Mentally Healthy Workplace” publicado por SHRM (2024), el 65 % de los profesionales de Recursos Humanos afirma sentirse preparado para apoyar la salud mental de sus empleados, una cifra que ha descendido en los últimos años. Esto significa que alrededor de un tercio de los profesionales reconoce no contar con las competencias o recursos suficientes para afrontar este tipo de situaciones.
La investigación también destaca que el 75 % de los profesionales de RR. HH. considera su trabajo emocionalmente agotador, lo que evidencia la necesidad de ofrecer formación específica, apoyo institucional y espacios de autocuidado para quienes gestionan equipos.
Buenas prácticas del liderazgo centrado en el bienestar
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Formación en competencias emocionales y escucha activa.
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Modelado de conductas saludables (desconexión, límites, autocuidado).
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Espacios de diálogo regular más allá de las métricas.
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Inclusión de KPIs de bienestar en la gestión de equipos.
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Intervenciones combinadas individuales y grupales.
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Por ello, incidir en que el liderazgo no es solo dirigir tareas: es cuidar, acompañar y humanizar.
La formación como herramienta de prevención y cambio
La buena noticia es que la salud mental puede fortalecerse. No es un rasgo estático, sino una competencia que se entrena, se desarrolla y se sostiene en el tiempo. En este proceso, la formación juega un papel decisivo, porque permite identificar, comprender y gestionar los riesgos psicosociales que afectan al bienestar en las organizaciones.
Más allá de la sensibilización, la formación ofrece un marco práctico y basado en la evidencia que ayuda a transformar actitudes, estilos de liderazgo y dinámicas de equipo.
Programas de este tipo no solo abordan el conocimiento teórico sobre el estrés, la ansiedad o el burnout, sino que entrenan habilidades concretas como:
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Reconocer señales tempranas de agotamiento emocional o desmotivación.
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Desarrollar competencias emocionales: empatía, escucha activa, gestión de conflictos, comunicación asertiva.
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Aplicar estrategias de gestión del estrés y autocuidado basadas en la psicología positiva y la regulación emocional.
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Favorecer la resiliencia organizacional, entendida como la capacidad colectiva de adaptarse, aprender y recuperarse ante la adversidad.
Además, los workshops y programas de bienestar psicológico crean espacios de confianza que rompen el aislamiento, promueven la reflexión compartida y fortalecen la cohesión.
Cuando las personas sienten que su organización se forma y evoluciona con ellas, aumenta su sentido de pertenencia y compromiso.
La formación no es solo transferencia de conocimiento: es un proceso de transformación cultural. Enseña a líderes y equipos a mirarse con empatía, a escuchar sin prejuicios y a comprender que el bienestar no es un lujo, sino un elemento estructural del rendimiento sostenible.
En resumen, el Día Mundial de la Salud Mental no es solo una jornada de sensibilización, sino una invitación a la acción. A reflexionar sobre cómo queremos trabajar, liderar y relacionarnos.
La salud mental no puede ser un tema secundario: es el cimiento sobre el que se construyen la innovación, la colaboración y la sostenibilidad.
Invertir en bienestar es invertir en el futuro, porque una organización sana nace de personas que se sienten bien.
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